2.3
Dualismo antropológico: cuerpo y alma, Teoría del alma
Para
exponer la teoría moral de Platón, es necesario reparar a ciertos aspectos de
su teoría del alma, ya que el equilibrio y la justicia del alma será la que
sostenga la conducta moral de los seres humanos conduciéndolos a la felicidad.
Piensa Platón que el ser humano tiene dos atributos
fundamentales: cuerpo y alma. El alma es de carácter divino, eterno e inmortal;
el cuerpo es mortal y feo, y constituye una cárcel para el alma.
Platón distinguió tres tipos o dimensiones del alma,
y a cada dimensión le correspondería una función: la dimensión racional, la
dimensión irascible y la dimensión concupiscente, Platón muestra la relación
existente entre las tres funciones del alma valiéndose de la alegoría del carro
alado. De hecho, Platón concibe el alma como la unión de los componentes que se
representan en esa alegoría, es decir, el carro, el auriga y los dos caballos
(el blanco y el negro).
2.4
La virtud y la ciudad ideal
2.4.1 Tres estamentos sociales
Platón organiza la ciudad según las aptitudes que corresponden a cada
estamento social. Se consigue así conjugar los intereses de los ciudadanos, de
modo que, una vez coordinadas
todas las tareas, se alcance la justicia en la ciudad. He aquí esos tres
estamentos sociales:
1.- Los productores
Los
ciudadanos que tengan especiales destrezas manuales tendrán especial
responsabilidad en la producción de bienes. Pertenecen a este estamento
campesinos, artesanos y comerciantes. Según Platón, la virtud característica de
este grupo es la templanza, puesto que en ellos sobresalen las bajas pasiones,
de modo que controlándolas pueden alcanzar la perfección.
2.- Los guardianes
Los
soldados deben tener aptitudes tanto física, como morales. Su cometido es la
defensa de la ciudad, y su virtud, la fortaleza.
3.- Los filósofos gobernantes
Su
virtud es la prudencia. El rey o el gobernante será elegido de entre los
mejores ciudadanos.
Si
cada clase social cumple con su cometido, el orden y la armonía imperarán en la
ciudad, y se impondrá la justicia, Por tanto, ya que no cabe mayor tarea que la
del gobierno de la ciudad, es preciso dejarlo en manos de los expertos, puesto
que sólo puede gobernar justamente aquél que conoce la justicia y el bien.
El
sistema propuesto por Platón no coincide exactamente con un sistema
democrático, puesto que en él sólo los mejores y los más sabios alcanzarían el
poder. A menudo, el discípulo de Sócrates llama aristocracia del espíritu a
su sistema político. En cualquier caso, no parece que Platón tuviera muy buena
opinión acerca de la democracia.
Platón
cita también las condiciones que harían posible la justicia:
-
Primero, deben desaparecer la riqueza y la pobreza, ya que suponen grandes
inconvenientes para que los hombres y las mujeres cumplan con sus tareas. Los
dos estamentos sociales de más alto rango, el de los soldados y el de los
gobernantes, no necesitan riquezas, salvo las estrictamente necesarias para
poder vivir. Sin embargo, a los trabajadores manuales no se les debería negar
el derecho de tener posesiones.
-
La segunda condición de la justicia es, por tanto, que los miembros de las
clases superiores rechacen tener una vida familiar. Ya que tanto hombres como
mujeres pueden participar en política, la familia constituiría un obstáculo a
la hora de formar gobierno. El Estado, además, regula el matrimonio entre
hombres y mujeres, y se hace cargo de la educación de los hijos.
2.4.2 Formas de organización del Estado
Platón
piensa que la tarea fundamental del Estado consiste en proporcionar una vida
feliz y justa a sus ciudadanos. Así pues, las obligaciones del Estado y del
individuo son muy distintas. Si los ciudadanos se comportan injustamente, la
justicia se tornaría impracticable. Del mismo modo, si la actuación del Estado
fuera perversa, los ciudadanos no podrían comportarse correctamente.
No
obstante, muy por encima de los ciudadanos y del Estado, es preciso seguir la
ley moral que habita en nuestro seno, puesto que los comportamientos justos son
similares en ambos casos. Siguiendo este mismo criterio, Platón adujo que la
forma perfecta era la aristocracia, ya que en ella gobiernan los mejores y más
sabios
2.4.3 Felicidad y el bien supremo
La ética es una reflexión sobre la conducta humana que se dirige hacia la
resolución de problemas tanto individuales (por ejemplo, cómo puedo alcanzar la
felicidad, o cómo debo vivir para estar por encima de mi constitutiva
animalidad) como sociales (cómo lograr la convivencia común pacífica y
tolerante). La ética platónica, que recoge detalles del pensamiento socrático y
que será posteriormente ampliada, corregida y conceptualizada por Aristóteles,
es eudemonista, dado que se orienta al logro del bien supremo del hombre, esto
es, a su felicidad. El bien supremo consiste en el desarrollo de la
personalidad, de su alma, de forma que adquiera el estado en que debe hallarse
y, por ello, sea feliz.
Al inicio del diálogo platónico Filebo, sus dos disertantes se acomodan en
dos posturas antagónicas: Protarco sostiene que la esencia del bien es el
placer, mientras que Sócrates cree que es la sabiduría. Pronto, sin embargo, ambos
admitirán que una vida cifrada en uno sólo de esos estados, y que los potencie
a la máxima expresión, no sería propiamente una vida humana; una existencia de
la que no tome parte la experiencia, la memoria, el conocimiento, sería tan
vacía como otra que rechazase los placeres corporales. Una vida buena para el
hombre, concluyen, deberá contener tanto placeres intelectuales como aquellos
que suponen satisfacer un deseo corporal, siempre que sea con mesura.
De los primeros se supone imprescindible la concurrencia de la ciencia
exacta de los objetos intemporales, es decir, la geometría. La geometría
describe los conocimientos más verdaderos posibles acerca de la realidad más
notable. Pero como en el mundo de nuestra experiencia no hallamos más que una grosera
aproximación a esos objetos intemporales, será necesario atender a un
conocimiento de segundo tipo que la describa, admitiendo, siempre, que se trata
de un saber inferior; un conocimiento de esta guisa sería, por ejemplo, el
proporcionado por la música o la poesía. De los placeres corporales, por su
parte, se aceptan únicamente aquellos que reporten salud y bondad a quien los
experimenta, y se desprecian los que generan maldad o locura. Se busca, así,
una afinidad entre el conocimiento, entre la sabiduría, y lo que la
satisfacción del deseo puede proporcionar, tratando de encontrar una mezcla
ecuánime y certera.
La felicidad sólo se alcanza, pues, encontrando la medida o proporción
entre una vida sabia y una vida gozosa. Y para ello es esencial la práctica de
la virtud. La ética platónica abarca cuatro virtudes fundamentales que se
derivan del análisis de lasdimensiones anímicas que presenta el ser humano (la
racional, la irascible y la concupiscible). Así, al alma concupiscible le
corresponde una moderación, una templanza inteligente, ya que todo aquel que se
muestre templado en la búsqueda de la virtud obrará de forma buena y
beneficiosa, de modo que la templanza y la sabiduría no son completamente
dispares. En segundo lugar, al alma irascible le atañe una capacidad de
sacrificio, una fortaleza de ánimo ante las adversidades, el coraje propio de
los que van a la batalla, que no se apartan de la primera fila pese a estar
expuestos al peligro.