domingo, 15 de noviembre de 2015

3. PLATÓN - TERCERA PARTE

2.3 Dualismo antropológico: cuerpo y alma, Teoría del alma

Para exponer la teoría moral de Platón, es nece­sario reparar a ciertos aspectos de su teoría del alma, ya que el equilibrio y la justicia del alma será la que sostenga la conducta moral de los seres humanos conduciéndolos a la felicidad.

Piensa Platón que el ser humano tiene dos atri­butos fundamentales: cuerpo y alma. El alma es de carácter divino, eterno e inmortal; el cuerpo es mortal y feo, y constituye una cárcel para el alma.

Platón distinguió tres tipos o dimensiones del alma, y a cada dimensión le correspondería una función: la dimensión racional, la dimensión irascible y la dimensión concupis­cente, Platón muestra la relación existente entre las tres funciones del alma valiéndose de la alegoría del carro alado. De hecho, Platón concibe el alma como la unión de los componentes que se repre­sentan en esa alegoría, es decir, el carro, el auri­ga y los dos caballos (el blanco y el negro).



2.4 La virtud y la ciudad ideal

2.4.1 Tres estamentos sociales

Platón organiza la ciudad según las aptitudes que corresponden a cada estamento social. Se consigue así conjugar los intereses de los ciudadanos, de modo que, una vez coordina­das todas las tareas, se alcance la justicia en la ciudad. He aquí esos tres estamentos sociales:

1.- Los productores

Los ciudadanos que tengan especiales destrezas manuales tendrán especial responsabilidad en la producción de bienes. Pertenecen a este esta­mento campesinos, artesanos y comerciantes. Según Platón, la virtud característica de este grupo es la templanza, puesto que en ellos sobresa­len las bajas pasiones, de modo que controlán­dolas pueden alcanzar la perfección.

2.- Los guardianes

Los soldados deben tener aptitudes tanto física, como morales. Su cometido es la defensa de la ciudad, y su virtud, la fortaleza.

3.- Los filósofos gobernantes

Su virtud es la prudencia. El rey o el gobernante será elegido de entre los mejores ciudadanos.

Si cada clase social cumple con su cometido, el orden y la armonía imperarán en la ciudad, y se impondrá la justicia, Por tanto, ya que no cabe mayor tarea que la del gobierno de la ciudad, es preciso dejarlo en manos de los expertos, pues­to que sólo puede gobernar justamente aquél que conoce la justicia y el bien.

El sistema propuesto por Platón no coincide exactamente con un sistema democrático, pues­to que en él sólo los mejores y los más sabios alcanzarían el poder. A menudo, el discípulo de Sócrates llama aristocracia del espíritu a su sis­tema político. En cualquier caso, no parece que Platón tuviera muy buena opinión acerca de la democracia.
Platón cita también las condiciones que harían posible la justicia:

- Primero, deben desaparecer la riqueza y la pobreza, ya que suponen grandes inconve­nientes para que los hombres y las mujeres cumplan con sus tareas. Los dos estamentos sociales de más alto rango, el de los soldados y el de los gobernantes, no necesitan rique­zas, salvo las estrictamente necesarias para poder vivir. Sin embargo, a los trabajadores manuales no se les debería negar el derecho de tener posesiones.

- La segunda condición de la justicia es, por tan­to, que los miembros de las clases superiores rechacen tener una vida familiar. Ya que tanto hombres como mujeres pueden participar en política, la familia constituiría un obstáculo a la hora de formar gobierno. El Estado, ade­más, regula el matrimonio entre hombres y mujeres, y se hace cargo de la educación de los hijos.

2.4.2 Formas de organización del Estado

Platón piensa que la tarea fundamental del Estado consiste en proporcionar una vida feliz y justa a sus ciudadanos. Así pues, las obligaciones del Estado y del individuo son muy distintas. Si los ciudadanos se comportan injustamente, la justicia se tornaría impracticable. Del mismo modo, si la actuación del Estado fuera perversa, los ciudadanos no podrían comportarse correctamente.

No obstante, muy por encima de los ciudadanos y del Estado, es preciso seguir la ley moral que habita en nuestro seno, puesto que los comportamientos justos son similares en ambos casos. Siguiendo este mismo criterio, Platón adujo que la forma perfecta era la aristocracia, ya que en ella gobiernan los mejores y más sabios

2.4.3 Felicidad y el bien supremo

La ética es una reflexión sobre la conducta humana que se dirige hacia la resolución de problemas tanto individuales (por ejemplo, cómo puedo alcanzar la felicidad, o cómo debo vivir para estar por encima de mi constitutiva animalidad) como sociales (cómo lograr la convivencia común pacífica y tolerante). La ética platónica, que recoge detalles del pensamiento socrático y que será posteriormente ampliada, corregida y conceptualizada por Aristóteles, es eudemonista, dado que se orienta al logro del bien supremo del hombre, esto es, a su felicidad. El bien supremo consiste en el desarrollo de la personalidad, de su alma, de forma que adquiera el estado en que debe hallarse y, por ello, sea feliz.

Al inicio del diálogo platónico Filebo, sus dos disertantes se acomodan en dos posturas antagónicas: Protarco sostiene que la esencia del bien es el placer, mientras que Sócrates cree que es la sabiduría. Pronto, sin embargo, ambos admitirán que una vida cifrada en uno sólo de esos estados, y que los potencie a la máxima expresión, no sería propiamente una vida humana; una existencia de la que no tome parte la experiencia, la memoria, el conocimiento, sería tan vacía como otra que rechazase los placeres corporales. Una vida buena para el hombre, concluyen, deberá contener tanto placeres intelectuales como aquellos que suponen satisfacer un deseo corporal, siempre que sea con mesura.

De los primeros se supone imprescindible la concurrencia de la ciencia exacta de los objetos intemporales, es decir, la geometría. La geometría describe los conocimientos más verdaderos posibles acerca de la realidad más notable. Pero como en el mundo de nuestra experiencia no hallamos más que una grosera aproximación a esos objetos intemporales, será necesario atender a un conocimiento de segundo tipo que la describa, admitiendo, siempre, que se trata de un saber inferior; un conocimiento de esta guisa sería, por ejemplo, el proporcionado por la música o la poesía. De los placeres corporales, por su parte, se aceptan únicamente aquellos que reporten salud y bondad a quien los experimenta, y se desprecian los que generan maldad o locura. Se busca, así, una afinidad entre el conocimiento, entre la sabiduría, y lo que la satisfacción del deseo puede proporcionar, tratando de encontrar una mezcla ecuánime y certera.

La felicidad sólo se alcanza, pues, encontrando la medida o proporción entre una vida sabia y una vida gozosa. Y para ello es esencial la práctica de la virtud. La ética platónica abarca cuatro virtudes fundamentales que se derivan del análisis de lasdimensiones anímicas que presenta el ser humano (la racional, la irascible y la concupiscible). Así, al alma concupiscible le corresponde una moderación, una templanza inteligente, ya que todo aquel que se muestre templado en la búsqueda de la virtud obrará de forma buena y beneficiosa, de modo que la templanza y la sabiduría no son completamente dispares. En segundo lugar, al alma irascible le atañe una capacidad de sacrificio, una fortaleza de ánimo ante las adversidades, el coraje propio de los que van a la batalla, que no se apartan de la primera fila pese a estar expuestos al peligro.

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